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El coco rallado orgánico es mucho más que un ingrediente para postres; es el resultado de un proceso cuidadoso que busca preservar tanto la pureza del fruto como el equilibrio del ecosistema donde crece.
A diferencia del coco rallado convencional, el orgánico sigue un proceso libre de químicos sintéticos desde la plantación hasta el empaque.
Cultivo Orgánico: Los cocoteros se cultivan sin pesticidas, herbicidas ni fertilizantes químicos. Se utilizan abonos naturales y métodos de control biológico de plagas.
Cosecha y Selección: Se recolectan cocos maduros (de unos 12 meses) que tienen la pulpa firme y rica en grasas.
Extracción y Lavado: Se retira la cáscara fibrosa y la concha dura. La pulpa blanca se lava meticulosamente con agua purificada.
Rallado: La carne del coco se pasa por máquinas ralladoras que crean diferentes grosores (fino, medio o grueso/flakes).
Deshidratación a Baja Temperatura: Este es el paso clave. Se seca en hornos de aire caliente a temperaturas controladas (normalmente por debajo de los 60°C) para eliminar la humedad sin cocinar el coco, preservando así sus enzimas y nutrientes.
Sin Aditivos: A diferencia del comercial, el orgánico no contiene azúcar añadida, conservantes (como el dióxido de azufre, usado para mantenerlo blanco) ni saborizantes artificiales.
Pureza: Color blanco natural (no blanqueado químicamente).
Sabor: Aroma y gusto intenso a coco fresco, ligeramente dulce de forma natural.
Textura: Puede ser suave o crujiente dependiendo del grado de deshidratación.
Certificación: Debe portar sellos orgánicos (como USDA Organic o el sello de la UE) que garantizan la trazabilidad.
El coco rallado orgánico es un alimento denso en nutrientes, ideal para dietas keto, paleo o veganas:
Rico en Fibra: Aporta aproximadamente 15% de la fibra diaria recomendada en solo dos cucharadas, lo que mejora la digestión y da saciedad.
Grasas Saludables: Contiene ácidos grasos de cadena media (como el ácido láurico), que el cuerpo utiliza como fuente de energía rápida en lugar de almacenarlos como grasa.
Minerales Esenciales: Es una excelente fuente de manganeso (salud ósea), hierro, potasio y selenio (antioxidante).
Propiedades Antimicrobianas: Gracias al ácido láurico, ayuda a fortalecer el sistema inmune contra bacterias y virus.
Bajo Índice Glucémico: Al no tener azúcares añadidos, es seguro para personas que controlan sus niveles de glucosa.
El coco es considerado uno de los cultivos más sostenibles por naturaleza, pero la certificación orgánica potencia este beneficio:
Modelo "Residuo Cero": Casi todas las partes del coco se aprovechan. Las cáscaras se usan para biocombustible o sustrato (fibra de coco), y el agua se embotella.
Sustentabilidad del Suelo: La agricultura orgánica evita que los químicos se filtren a los mantos acuíferos y preserva la biodiversidad de los suelos tropicales.
Sumidero de Carbono: Los cocoteros son excelentes para capturar CO2. Una hectárea de cocoteros puede absorber hasta 15 toneladas de carbono al año.
El Reto (Huella de Carbono): Su principal impacto negativo es el transporte, ya que suele viajar largas distancias desde regiones tropicales (Asia o el Caribe) hasta el resto del mundo. Por ello, se recomienda buscar marcas que apoyen el Comercio Justo.
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