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Recetas sugeridas:
Ingredientes: Cubos de sandía baby, menta orgánica picada, queso feta vegetal o artesanal, aceite de oliva y limón.
Preparación: Mezclar y servir fría. Refrescante, mineralizante y perfecta para días calurosos.
Ingredientes: Pulpa de sandía baby, hojas frescas de albahaca, jugo de limón, agua fría.
Preparación: Licuar y servir. Ideal para desintoxicar y rehidratar.
Ingredientes: Sandía licuada, jugo de lima, un toque de miel de agave.
Preparación: Congelar en moldes. Perfectas para niños y adultos, sin azúcar refinada.
La sandía baby orgánica, también conocida como mini sandía o sandía personal, es una variedad de fruta más pequeña que la sandía tradicional, reconocida por su sabor intensamente dulce, textura jugosa y su práctico tamaño. Proveniente de sistemas de producción orgánica y agroecológica certificados en México, esta fruta se convierte en un emblema de frescura, salud, sustentabilidad y conexión con la tierra.
Desde regiones soleadas como Morelos, Guanajuato, Michoacán y Baja California Sur, comunidades agrícolas conscientes cultivan esta fruta en sinergia con los ecosistemas, sin agroquímicos, respetando los ciclos naturales y promoviendo una alimentación limpia, segura y vital.
La sandía baby orgánica no solo es deliciosa, sino también altamente beneficiosa para la salud gracias a su riqueza en antioxidantes, agua y micronutrientes:
Hidratación natural: Compuesta en un 92% por agua, ideal para climas cálidos, deportistas y personas mayores.
Rica en licopeno: Antioxidante que protege el corazón, la piel y tiene propiedades anticancerígenas.
Fuente de citrulina: Aminoácido que mejora la circulación sanguínea y favorece la recuperación muscular.
Vitaminas y minerales esenciales: A, B6, C, potasio y magnesio.
Baja en calorías y sin grasas: Excelente opción en dietas para bajar de peso o controlar glucosa.
Libre de residuos químicos: Garantía de inocuidad alimentaria y bienestar metabólico.
El cultivo de sandía baby orgánica sigue un modelo regenerativo que cuida la salud del suelo, del agua y del entorno, fortaleciendo también las economías locales:
Preparación del suelo con abonos naturales: Se utilizan compostas, lombricomposta y bocashi para nutrir el suelo vivo.
Cero químicos: No se aplican fertilizantes sintéticos ni pesticidas industriales. Se usan repelentes naturales y policultivos para prevenir plagas.
Rotación de cultivos y asociaciones: Se cultiva junto con leguminosas, maíz, flores y otras plantas que mejoran la biodiversidad.
Polinización natural: Abejas, mariposas y otros polinizadores silvestres participan activamente en su producción.
Cosecha manual y cuidadosa: Cada fruta es cosechada al punto óptimo de maduración, sin tratamientos de maduración artificial ni ceras.
Uso responsable del agua: Cultivo eficiente en zonas de buen drenaje, con riego por goteo o captación pluvial.
Captura de carbono en suelo sano: La cobertura vegetal viva mejora la materia orgánica y reduce la erosión.
Reducción de residuos plásticos: Envasada en materiales compostables o directamente en la cáscara, sin empaques innecesarios.
Fomento de la biodiversidad agrícola: Mejora los hábitats rurales al integrarse en sistemas policulturales o agroforestales.
Energía limpia y economía circular: Muchas fincas orgánicas emplean energías renovables y reutilización de residuos orgánicos.
Productor
Café Bule
¿Dónde se produce?
Oaxaca, México
Tipo de producción
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