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Ingredientes: Tomate verde, chile serrano, cebolla, cilantro y sal.
Preparación: Licuar en crudo. Ideal para tacos, quesadillas o tostadas.
Ingredientes: Tomate verde asado, ajo, chile jalapeño, cebolla morada, sal marina.
Preparación: Asar ingredientes y moler en molcajete. Sabor profundo y ahumado.
Ingredientes: Tortillas de maíz orgánico, salsa verde, relleno de vegetales, tofu o pollo orgánico.
Preparación: Bañar, hornear y servir con crema vegetal y semillas tostadas.
El tomate verde orgánico (Physalis ixocarpa), también conocido como tomatillo, es una joya botánica nativa de México. Su sabor ácido y ligeramente frutal, su versatilidad culinaria y su riqueza nutricional lo hacen indispensable en salsas, guisos y platos tradicionales. Cuando es producido bajo esquemas orgánicos certificados y agroecológicos, se convierte en un alimento profundamente regenerativo, tanto para la salud humana como para los ecosistemas.
Cultivado en regiones fértiles como Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Morelos y Oaxaca, el tomate verde orgánico representa la unión entre el saber ancestral campesino y las prácticas agrícolas modernas sustentables.
Alto en antioxidantes: Contiene flavonoides, ácido ascórbico (vitamina C) y compuestos fenólicos que protegen contra el daño oxidativo.
Rico en fibra: Mejora el tránsito intestinal, regula la glucosa y promueve la saciedad.
Fuente de vitaminas y minerales: Aporta vitaminas C, A, K, además de potasio, magnesio y fósforo.
Poder antiinflamatorio: Su consumo regular puede ayudar a reducir procesos inflamatorios crónicos.
Aliado del corazón: Contribuye al control de colesterol y presión arterial.
Digestivo y desintoxicante: Estimula las enzimas hepáticas y ayuda al metabolismo de las grasas.
El tomate verde orgánico se produce en campos agroecológicos donde la salud del suelo, la biodiversidad y el equilibrio ecológico son prioritarios:
Suelo vivo y fértil: Se prepara con composta, abonos verdes, biofertilizantes y microorganismos benéficos.
Manejo agroecológico de plagas: Se emplean extractos naturales, plantas repelentes (como cempasúchil, albahaca o epazote), trampas cromáticas y control biológico.
Asociaciones de cultivo: Se siembra junto a maíz, calabaza, frijol o amaranto, promoviendo policultivos que enriquecen el sistema.
Polinización natural: Abejas nativas y otros insectos participan activamente en el cuajado del fruto.
Cosecha manual y selectiva: El fruto se recolecta cuando la envoltura se abre ligeramente, señal de madurez óptima.
Sin agroquímicos ni residuos tóxicos: Cero pesticidas, herbicidas o fertilizantes sintéticos.
Reducción de erosión: Gracias al uso de cobertura vegetal y labranza mínima.
Biodiversidad funcional: Se fomenta la presencia de aves, polinizadores y microorganismos benéficos.
Ahorro y manejo sustentable del agua: Riego por goteo o uso de agua de lluvia en zonas de temporal.
Apoyo a la soberanía alimentaria: El cultivo de variedades criollas fortalece las semillas locales y la seguridad alimentaria.
Productor
Rancho el Acuario
¿Dónde se produce?
Iguala, Guerrero, México
Tipo de producción
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